Una vez considerados todos los procesos explicados en los puntos anteriores, ponemos a vuestra disposición toda una serie de consejos y precauciones relacionados con la preparación de la planta y la técnica de plantación, que os recomendamos seguir para así asegurar una óptima adaptación y productividad en todas vuestras plantaciones.
La correcta preparación de la planta
Cuando hablamos de la correcta preparación de la planta nos referimos a realizar las siguientes prácticas:
1- Repicado de raíces. Consiste en cortar por la mitad las raíces de la planta (o el 50% de su longitud), tanto las verticales como las horizontales. Los cortes deben ser limpios y rectos.
Esta operación va a permitir conformar un sistema radical fibroso y compacto, de forma que en aquellos lugares donde hayamos hecho los cortes, se producirá la emisión de nueva raíz.
Serán estas nuevas raíces las que van a permitir mejorar la adaptación y posterior crecimiento de la planta.
Además, no vamos a perder los efectos de la micorriza, pues ésta se encuentra también, en forma de tela o red, en la parte o sección de las raíces que quedan sin cortar en la planta.
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- 2. Reducción o repicado del tallo. Consiste, a su vez, en cortar la parte superior del tallo de la planta. Debemos fijarnos en la zona de transición entre las yemas inactivas (las de la parte inferior del tallo, que poseen un tamaño menor y un aspecto más apagado) y las yemas activas (las de la parte superior, que tienen un tamaño mayor y de las que saldrán los brotes).
Una vez detectamos esa zona de transición, dejamos 2 o 3 yemas activas y realizamos un corte en bisel sobre la última de éstas. De esta forma estamos liberando a la planta de una estructura que tendría que sostener, en vez de centrarse en adaptarse lo mejor posible a su nuevo medio.
Gracias a mejorar dicha adaptación, el crecimiento posterior que vamos a obtener va a superar al que obtendríamos de no haber realizado esta práctica.
A continuación, os dejamos una serie de imágenes que resumen el proceso visualmente y os permiten tener una referencia del tamaño ideal de la planta a la hora de plantar.
a) Proceso secuencial del repicado de raíces, cortando las raíces por la mitad con un corte limpio, para así favorecer la emisión de nueva raíz.
b) Proceso secuencial del repicado o recorte del tallo, buscando la zona de transición entre yemas inactivas y activas. Una vez detectada, dejamos dos o tres yemas activas y cortamos en bisel sobre la última de éstas, para así liberar a la planta de estructura y mejorar la adaptación y posterior productividad.
Así, realizando estas dos sencillas prácticas, conseguimos mejorar la adaptación de la planta a su nuevo medio, ya que estamos fomentando por un lado la emisión de nueva raíz, y en cuanto a la parte aérea liberamos a la planta de una parte de su estructura para así fomentar su mejor adaptabilidad.
Es por ello por lo que siempre recomendamos utilizar planta pequeña (1,25 metros), porque es mucho más fácil de trabajar y de conformar inicialmente, y el crecimiento futuro que vamos a obtener si realizamos estas prácticas será muy superior al que obtendríamos si no las hubiésemos realizado. Los resultados los comenzaremos a ver en el siguiente período vegetativo.
En el caso de la planta en maceta, a la hora de plantarla en verano (julio y agosto), no debemos realizar estas dos prácticas, ni el repicado de raíces ni el repicado o reducción de tallo. Ello se debe a que la planta en esa época del año se encuentra con la circulación de savia plenamente activa y, por tratarse de unas prácticas fuera de época, podríamos provocar problemas de adaptación o incluso la muerte de la planta.
A su vez, respecto a la planta injertada, podemos realizar tanto el repicado de raíces como de tallo, pero con la diferencia de que en el repicado del tallo debemos partir desde la zona de realización del injerto, dejando dos o tres yemas de buena conformación del injerto.
Técnica de plantación y precauciones básicas
Muchas plantaciones o repoblaciones bien diseñadas, con el terreno bien preparado, plantando en la época adecuada, incluso donde se emplea planta de calidad; pueden fracasar si el trabajo o técnicas de plantación no se realizan de forma correcta.
Para evitar sorpresas desagradables, conviene destacar unos principios y técnicas básicas de plantación:
- La profundidad de plantación viene delimitada por el cuello de la raíz (zona de transición entre el tallo y las raíces), que abarca en torno a 10-15 cm de la parte inferior o basal del tallo. Si plantamos a una profundidad mayor y enterramos demasiado el tallo, provocaremos pudriciones puesto que los tejidos de la zona media y superior del tallo no tienen la misma proporción de lignina (sustancia que determina la robustez de los tejidos) que el cuello. Estaremos creando, por lo tanto, una vía de entrada de patógenos como puede ser la tinta.
Zona límite de profundidad de plantación, determinada por el cuello de la raíz.
- En el caso de la planta injertada, dicho criterio de profundidad de plantación es el mismo, con el condicionante de no enterrar nunca el portainjertos, puesto que perderíamos sus aptitudes o características.
- El hoyo en el cual se plantarán los castaños debe tener en torno a 40x40x40 o bien 50x50x50 cm de volumen, pudiendo ser realizados en el momento previo a plantar, sin necesidad de ser realizados con meses de antelación. Tal y como explicamos anteriormente, es aconsejable que el terreno sea profundo, con buena capacidad de drenaje y de naturaleza ácida al ser el castaño una especie silicícola.
- La tierra debe quedar apretada y bien pegada a las raíces, ya que cualquier bolsa de aire puede favorecer la desecación de la raíz o dificultar el arraigo.
- No dejar piedras o terrones en el agujero, ya que obstaculizan el normal desarrollo de las raíces, siendo preferible dejar un suelo mullido y limpio.
- El tallo deberá quedar bien erguido. No es necesaria la utilización de tutores, especialmente tutores de madera, ya que pueden provocar daños mecánicos como rozaduras o bien, como en el caso de los de madera, pudriciones que provoquen el desarrollo de patógenos. La planta está genética y morfológicamente desarrollada para crecer de forma óptima sin necesidad de utilizar tutores.
- En el caso de la planta en maceta, puesto que se planta en julio-agosto con la savia activa, no debemos modificar el estado del cepellón, plantándose tal cual y teniendo en cuenta las consideraciones respecto al hoyo y a la profundidad de plantación.
- Como explicábamos anteriormente, siempre se debe realizar el repicado de raíces y reducción del tallo. No obstante, siempre debemos cerciorarnos de que las raíces no queden espirilizadas (retorcidas entre sí). Para evitar este defecto habrá que dar un pequeño tirón hacia arriba antes del pisado definitivo.
Podemos realizar un tirón de 10 o 15 cm para que cuando procedamos al pisado definitivo, plantemos a la altura marcada por el cuello de la raíz, tal y como explicamos en el primer punto acerca de la profundidad correcta de plantación. Así conseguiremos que las raíces queden perfectamente enfocadas hacia abajo y no se enrollen entre sí, lo que podría provocar incluso la muerte de la planta.
- Las plantas deben quedar bien sujetas. Si después de colocada la planta damos un tirón suave y sale con facilidad, quiere decir que no hemos plantamos correctamente.
- No se aconseja regar, tanto clones híbridos como planta injertada a raíz desnuda, salvo que exista un grave déficit hídrico. Sí se aconseja realizar un pequeño riego a la hora de plantar el castaño híbrido en maceta en verano, sin realizar ningún tipo de poda o repicado en el cepellón o en el tallo, si bien una vez realizado este pequeño riego inicial no se debe seguir regando, siguiéndose el mismo criterio que con la planta a raíz desnuda.