A continuación se explican el por qué y el cómo se realizan toda una serie de cuidados posteriores a la plantación. Estos cuidados están enfocados fundamentalmente al aspecto productivo, una vez la planta ya se encuentra plantada y adaptada a su nuevo medio.
Cuando hablamos de fertilización debemos tener en cuenta que no existe una homogeneización edáfica, es decir, que el suelo de cada zona o región tiene unas características propias. Es por ello por lo que hay terrenos y cultivos en los que se necesita una proporción mayor de fertilización y otros en los que incluso no se precisa fertilizar.
No obstante, a pesar de la heterogeneidad a nivel de suelos, sí pueden aparecer deficiencias comunes en una gran cantidad de ellos.
Tal es el caso del Fósforo (P) y del Potasio (K), junto con otro macronutriente secundario como el Magnesio (Mg).
El caso del Fósforo y el Potasio es el más importante. El Fósforo (P) juega un papel muy importante en la transferencia de energía, siendo vital por lo tanto para la fotosíntesis y la creación y desarrollo de tejidos. Es el elemento con mayor índice de deficiencia en los suelos de la Península Ibérica. Por su parte el Potasio (K) juega un papel fundamental en cuanto a la síntesis de proteínas y enzimas vegetales, mejorando el régimen hídrico de la planta y la resistencia a enfermedades. Asimismo, el Magnesio (Mg) es el constituyente fundamental de la clorofila, el pigmento verde de las hojas que absorbe la energía solar que recibe la planta, colaborando también en la transferencia de energía para la fotosíntesis.
Siempre es recomendable conocer, mediante un sencillo análisis de suelo, cuáles son los elementos constitutivos del suelo de una parcela así como sus deficiencias, para poder disponer de la mayor cantidad de información posible a la hora de realizar una plantación y una fertilización correctas.
Las ventajas de la fertilización
- Facilita la disponibilidad de elementos esenciales para el crecimiento óptimo de la planta.
- Mejora la resistencia ante enfermedades bióticas (hongos, virus, insectos o bacterias) y abióticas (heladas o granizo).
- Acelera el crecimiento productivo de la planta.
- Reduce el tiempo en que la planta joven está sometida a la competencia de la vegetación competidora.
Tipos de abonos y dosis recomendadas
¿Por qué siempre recomendamos abonos minerales y no abonos orgánicos?
En Viveiros Refoxos siempre recomendamos la utilización exclusiva de abonos minerales, en lugar de los abonos orgánicos. Esta recomendación se debe a dos factores, por un lado la eficiencia y eficacia de la fertilización y por otro lado el aspecto sanitario.
En cuanto a la eficiencia y eficacia de la fertilización, con un abono mineral estamos dándole a la planta justo la cantidad de abono que necesita y que puede aprovechar. La diferencia principal del abono mineral con el abono orgánico es que en el abono mineral el proceso de mineralización ya está completo, es decir, todo el producto es asimilable por la planta, mientras que el abono orgánico se encuentra en pleno estado de humificación (humus), un proceso previo a la mineralización, pudiendo tardar años en convertirse en mineral. Así, con el abono mineral aceleramos el proceso y conseguimos una disponibilidad óptima.
Por su parte, el aspecto sanitario tiene una gran importancia. Con el abono mineral nos aseguramos la asepsia o no contaminación en la fertilización, mientras que con el abono orgánico estamos añadiendo una gran cantidad de materia orgánica de la que no se conoce exactamente su composición e, incluso, su procedencia, pudiendo de esta forma contaminar todo un terreno con patógenos que viene dispersos entre la materia orgánica.
Los fertilizantes que proporcionan una mejor absorción en especies de crecimiento medio-rápido como el castaño híbrido son los agrícolas solubles caracterizados por una liberación lenta de los nutrientes. Son abonos minerales o químicos compuestos que llevan dos o tres elementos primarios. Los más empleados son los abonos ternarios de tipo NPK.
El único inconveniente que pueden presentar son las pérdidas que se producen por un lavado o drenaje excesivos, situación que se podría dar en terrenos o suelos con una gran proporción de arena.
Las plantas aprovechan el 50 o 60 % del abono nitrogenado, el 20 o 30 % del fosfórico y entre el 40 y el 70 % del potásico. Su ventaja más importante es el precio y la facilidad de asimilación.
Siempre recomendamos utilizar una abono ternario NPK con una composición 0 de Nitrógeno (N). Ello es debido a que el Nitrógeno (N) es una sustancia muy abundante en la naturaleza, pudiendo ser asimilada sin problemas por la planta. Por ello se recomienda que el abono tenga una proporción mayor en Fósforo (P) y en Potasio (K), que son elementos muy deficientes en la mayoría de suelos de la Península Ibérica. Además, un exceso de Nitrógeno (N) puede provocar una descompensación en los tejidos de la planta, puesto que crecería descontroladamente, ya que el Nitrógeno (N) es el responsable del crecimiento vegetativo.
Conviene señalar que el uso de abono mineral en pastillas es desaconsejable. El abono mineral en granos o partículas permite una óptima distribución y solubilidad de sus componentes, mientras que el abono mineral en pastillas se disuelve con mucha mayor dificultad y puede provocar el anudamiento de las raíces puesto que éstas se enfocan y enredan en la pastilla, provocando una nula adaptación de las raíces al medio e incluso el autoestrangulamiento de la planta.
En esta tabla se recogen los formatos recomendados del abono ternario NPK
La época de abonado vendrá determinada por la fecha de plantación. Siempre debemos abonar en torno a mes y medio después de realizar la plantación. ¿Por qué? Gracias al repicado de raíz, que tenéis explicado en el apartado «Cómo plantar con éxito», estamos provocando la emisión de nueva raíz. Por ello debemos darle ese margen de tiempo (mes y medio) para que la raíz se desarrolle y adapte correctamente a su nuevo medio.
De esta forma, vamos a conseguir que en el momento en el que realicemos el abonado, éste pueda ser plenamente asimilado y absorbido por las raíces. Si lo realizásemos justo en el momento de plantar, las raíces todavía no estarían totalmente formadas y adaptadas, por lo que no tendríamos una correcta asimilación y absorción del producto.
Este mes y medio que transcurre entre la plantación y la fertilización nos va a servir, además, de margen para la llegada de la primavera. Es en ésta época cuando se reúnen las condiciones de humedad y calor óptimas para la disolución y aprovechamiento del abono mineral. En verano no se recomienda abonar puesto que puede provocar quemaduras a la raíz y en otoño-invierno la planta se encuentra en reposo vegetativo y no aprovecha los nutrientes que se pierden por lavado.
Forma o sistema de abonado
El abonado del castaño híbrido se realiza manualmente, de forma localizada y por puntos de plantación.
La aplicación del abono en hoyo de plantación se hará mezclándolo con la tierra, debiendo quedar en el fondo del hoyo (cuando se prepara mediante ahoyado) o de la línea o cata abierta (cuando se prepara por laboreo o subsolado).
Cuando no sea posible proceder a realizar un abonado de forma focalizada o por puntos, puede realizarse a voleo en las inmediaciones de la planta y en días previos a un día de lluvia, para así mejorar la infiltración del abono en el suelo.
Resumen de consejos para el abonado del castaño híbrido
- Realizar el abonado en el primer año de plantación (mes y medio después de plantar), con la cercanía o llegada de la primavera. Es necesario este aporte inicial para corregir carencias y elevar el nivel de fertilidad que el castaño exige.
- Abonar con la finalidad de prevenir la aparición de deficiencias, facilitar el arraigo y estimular el crecimiento, venciendo antes la competencia de la vegetación competidora.
- Utilizar un abono fácilmente soluble, compuesto y ternario NPK. Los más recomendables son los ricos en P y K, por ser elementos muy deficitarios, especialmente el Fósforo (P).
- Rechazar los abonos con alto contenido de nitrógeno. Los nitratos en exceso pueden favorecer un crecimiento descontrolado y la desestructuración de tejidos, ya que el Nitrógeno (N) es el responsable del desarrollo vegetativo.
- Acompañar el abono con caliza magnesiana o dolomita en suelos muy ácidos. La enmienda caliza pone a disposición de la planta elementos minerales que ya hay en el suelo pero que en un principio no eran asimilables.
- Enterrar el abono cerca de las raíces para que éstas puedan absorberlo pero sin tocarlas, para así evitar quemazones.
- La dosis máxima de abonado es de 80 gr/planta. Está comprobado que aumentar la cantidad recomendada no supone un aprovechamiento por la planta, ya que ésta absorberá la proporción que necesite y rechazará el resto. Es lo que se conoce como Ley del mínimo.